Cuando era niño mi madre solía decirme esto cada vez que salíamos de viaje en la carretera:
“No leas en el coche porque te vas a marear”
¿Qué creen que sucedía?
Pues sucedió. Recuerdo las veces que de niño vomité durante los viajes en auto. Me da náuseas solo de acordarme de la idea de subirme al auto de mi padre en uno de esos viajes de fin de semana.
Mi madre me quiere más que a nada en este mundo, pero sin saberlo, instaló en mi un programa en lo más profundo de mi subconsciente que ha impedido, por el resto de mi vida, que yo pueda leer en los viajes en carretera.
Si ya es complicado el cuidarse de toda la gente hostil que hay en este mundo….
¿Cómo hacemos para cuidarnos de las personas que más queremos?
¿Cómo hacemos para evitar que sus miedos, malas experiencias o traumas dificulten nuestro destino?
Una de las cosas que más disfruto en la vida es mi café por la mañana. Es algo que me encanta y valoro bastante así que de ahí viene esta analogía: Imagina que tu mente (que supongo, también valoras bastante) es una taza de café. Por supuesto no quieres que nadie te arruine el café así que lo vigilas celosamente de todos tus enemigos y malas influencias.
Con tus amigos y familia es distinto, hay más confianza, te quieren y respetan tus gustos y conocen cuanto te gusta tu café. No hay tanta necesidad de vigilancia.
Un día, un familiar o amigo que te adora y te conoce piensa que tú café necesita un par de cucharaditas de azúcar para que sepa más rico. Toma la cuchara y agrega dos cucharaditas de una sustancia blanca en tu café pensando que se trataba de azúcar. Tú, como te encontrabas confiado y cómodo, ya que se trataba de una persona que te aprecia, no le prestaste atención. Al momento que probaste tu café te diste cuenta con horror que lo que te pusieron no era azúcar sino sal. Se ven igual, parecen lo mismo pero no lo son. Tu familiar se disculpará toda la vida, no fue intencional pero al final tú terminaste con un café salado. Te arruinaron el café.
Escuchando la charla de un alto ejecutivo, fundador y presidente de una compañía de Internet, me llamó mucho la atención el mensaje que nos estaba comunicando. Él contaba que cuando su negocio era sólo una idea que quería llevar a cabo, todos sus amigos y familiares lo tachaban de loco.
«Consíguete un trabajo normal»
«Deja ya de soñar con imposible»
«Nunca lo conseguirás»
Éstas eran algunas de las frases que escuchaba a diario. ¿Te suena familiar?
“Me di cuenta que tenia que empezar a analizar de donde venían las opiniones que oía y a cuales debería yo de escuchar” –dijo-. Por ejemplo: “En mi familia, mi padre y mi tío eran los que más se empecinaban en que abandonara mi proyecto, ellos querían que me uniera al negocio de la familia, que era una pequeña ferretería. Me pregunté si debería de seguir un consejo sobre negocios y finanzas por parte de alguien que siempre se quejaba que faltaba el dinero, que las deudas lo perseguían y que su situación económica nunca llegó mas allá de una clase media, media baja, la cual respeto y no digo que sea mala pero yo quería algo diferente para mi vida”.
“Por otro lado estaban dos altos ejecutivos de una incubadora de negocios. Después de analizar mi plan coincidieron que la idea era buena, viable, con un factor de riesgo pero sensata”.
“¿A quién debería de escuchar? Por supuesto que mi padre y mi tío opinaban con la mejor de sus intenciones, además de todo el cariño que siempre me han tenido, pero la realidad era que financieramente no eran el mejor ejemplo a seguir. En cambio las otras dos personas, ajenas a mi vida, eran expertas en esa especialidad. Decidí seguir la segunda opción. Hablé con mi familia, les exprese mi agradecimiento por su preocupación y consejos y seguí adelante con mi plan”.
“Actualmente soy dueño de una empresa valuada en muchos millones de dólares”.
Muchas veces bajamos nuestras defensas ante las personas que amamos, amigos o familiares pero debemos de recordar que a pesar de todo el amor que estas personas te puedan tener, ellos no sienten lo que tú sientes, ellos no conocen tus objetivos, miedos, metas, experiencias, por lo menos con la misma intensidad.
Una madre siempre buscará evitar que lastimen a su hijo aunque tal vez no este consciente que esas caídas son precisamente lo que su hijo necesita para crecer más fuerte, más recto y más feliz.
Todos poseemos miedos, creencias limitantes y programas negativos. Tienes que tener cuidado de no dejar que esas gotas de “cianuro” o esas cucharadas de “sal” entren y envenenen o salen tu “café”.
Muchas veces no somos conscientes que una conversación o una experiencia que parece ser intrascendente puede sembrar en nuestro cerebro un programa negativo que a la larga nos afecte en nuestra vida.
Cuando una madre dice a su hijo «No saltes en la cama» tiene pocas probabilidades que le obedezcan ya que la frase, en sí, es una invitación al niño a imaginar lo que sería experimentar tan divertida actividad «prohibida».
El problema no termina ahí. Generalmente esa frase va acompañada con el complemento: «Porque te vas a caer», a lo que se le denomina una sugestión post-hipnótica.
¿Qué crees que sucede?
Generalmente el niño saltará en la cama y por supuesto después de un rato brincando se caerá, luego llegará la madre y cerrará él círculo con un convencido: «Te lo dije». El programa está instalado.
Programas como estos hay cientos:
«Cuanto más viejo seas más difícil será encontrar un trabajo». No puedo contar con mis manos la gente que conozco que ha hecho su fortuna o ha encontrado la felicidad, después de los cincuenta.
Este tipo de programas y creencias limitantes nos afectan nuestro desempeño diario y pueden destruir un buen plan.
Seguramente habrás escuchado del caso de dos amigas que conversan y una le dice a la otra:
«No te enamores de ese chico, no te conviene»
La frase será complementada por la sugestión:
«Porque te va a lastimar»
La chica que escucha, por supuesto, va a imaginar consciente e inconscientemente durante los próximos días lo que sería estar enamorada del chico para así después poder no enamorarse y ¿qué va a pasar? Se va a enamorar.
En ese instante se dispara la sugestión lo provocará miedo y duda porque al saber que ya está enamorada, pensará todas las formas posibles en que ese chico puede lastimarla. Su miedo le impedirá llevar una relación 100% abierta con su pareja lo que generará inseguridad y, como el amor es un espejo que refleja lo que sentimos, él se sentirá inseguro también y posiblemente de por terminada la relación.
Ella envuelta en lágrimas, lastimada por la ruptura, buscará el consuelo de su amiga que orgullosamente y con un tono de autoridad le dirá:
«Siempre lo supe, te lo dije»
Ella no vigiló su taza de café y sin darse cuenta esa conversación, entre amigas, le instaló un programa en su cerebro que minó la posibilidad de una bonita relación.
El problema real radica en que es probable que esto le afecte también en un futuro, ya que en la mente de esta chica se podría haber establecido una relación entre estar enamorada con un sentimiento de inseguridad y otro de miedo. Un programa negativo muy bien sembrado.
Utiliza tu mente y tu energía para tener en claro que es lo que buscas. Acuérdate que todo lo que sucede en tu vida está íntimamente ligado con el cómo reaccionas ante las circunstancias, tu actitud y tu manera de hacer las cosas.
Elige y siembra tú mismo los programas que regirán tu mente y ten cuidado con los «virus» que hay en el ambiente.
Cada vez que quieras empezar a desarrollar una idea en tu vida, escucha los consejos de aquellos que han tenido experiencias y resultados positivos en esas áreas y que conocen lo que se debe de hacer. Sigue tus instintos y cuida que nada envenene tus sueños y objetivos.
La realidad de tu vida será la que tú decidas vivir.
Planea tu vida, sigue adelante, sueña y actúa, pero por favor: Vigila siempre tu taza de café.
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Franco Soldi
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