- «Papá, cómprame este pack de Pokemon»
- «No hijo, que es muy caro y no sirven para nada»
- «Porfa, porfa, porfaaaaaaaaaa y no te pido nada más»
- «Si tanto lo quieres cómpralo con tu dinero»
- «Vale papá, gracias»
Y así empezó todo. Mi hijo tenía 6 años y estabamos en un Target. Cada vez que íbamos a la tienda me pedía un pack de esos que costaban más de cinco dólares. Ni siquiera veía el TV show. Era un robo, una tontería. Cuando decidió gastarse su dinero esa vez y la vez siguiente, y la siguiente; me di cuenta que tenia un problema.
Lo que más disfruto en la vida es ser Papá. Tengo tres hijos. Mi hija mayor que acaba de entrar en la universidad, mi hijo de en medio al que le llamo el “jamón del sándwich” de 15 años y en plena adolescencia y mi pequeña princesa de siete años. Así que puedo decir que ejerzo de padre en tres categorías distintas.
Todo lo que hago a nivel profesional está enfocado en encontrar distintas formulas para que yo pueda pasar más tiempo con mis hijos. Pero no del tiempo en el que pasamos hablando de cómo te fue en colegio, pidiendo que hagan la cama, limpien la mesa o regañándoles para que no se peleen. Y si que regaño, mis hijos lo llaman “sacar el Hulk”. Me refiero a tiempo de calidad, tiempo divertido, tiempo de “generar memorias”.
Esta historia empezó hace ya 9 años. Después de la insistencia de mi hijo por las condenadas tarjetas, intenté por todas las maneras de persuadirle que no “tirara su dinero” y que ahorrara para el futuro. Fue en vano. No había forma. ¿Te has topado alguna vez con una situación similar?
Me di cuenta que sin importar lo que yo dijera, él seguiría comprando tarjetas de Pokemon así que decidí cambiar de estrategia. Me puse investigar sobre el producto. Para mi sorpresa me di cuenta que existe toda una “cultura pop” alrededor de este juego que data de principios de los noventas. Se coleccionan en todo el mundo, hay ligas y torneos y que el mercado de tarjetas es enorme. Me metí a fondo a investigar sobre el mundo Pokemon y aprendí todo lo que pude sobre el tema. Después me senté con mi hijo.
“Si vas a gastar tu dinero en tarjetas de Pokemon, vamos a hacerlo bien”. Se quedó mirándome. Le conté el plan. Empezaríamos una colección de verdad y ambos invertiríamos en partes iguales. Lo haríamos con un presupuesto mensual pero a cambio el tendría que; ganarse su dinero y prepararse a fondo para “defender los intereses de nuestro proyecto” en eventos de intercambio y trade. Las “ganancias” se reinvertirían en el proyecto y así haríamos crecer la colección. Todo esto con un objetivo claro. “Tu colección tiene que valer lo suficiente para que en un futuro puedas venderla e invertirla en comprarte tu primer coche o para cuando vayas a la universidad” le dije. Sus ojos empezaron a brillar, me dio un abrazo y nos pusimos manos a la obra.
Tuve que cumplir mi parte del trato. Yo tenía que “controlar” las búsquedas online, realizar las compras y transacciones en Ebay, Amazón y otros y el se encargaría de las negociaciones, clasificación y estrategia. Al comienzo, entre la timidez y falta de experiencia le costó pero poco a poco fue ganando confianza. Después de 3 años ya teníamos una colección de cerca de 3,000 tarjetas, todas clasificadas. Comprábamos, cambiábamos y vendíamos tarjetas de Japón, Corea, USA, España, México, Francia, Alemania entre otras. Con la edad de 12 años, mi hijo vendió la mitad de su colección por 12,000 dlls. Inmediatamente acordamos que ese dinero no se tocaba y lo invirtió en un portafolio de acciones a largo plazo en donde se quedará hasta que tenga al menos 30 años.
La otra mitad la mantiene todavía y es en su mayoría producto cerrado de distintos años. Piensa ponerlo a la venta antes de entrar en la universidad y dejar que vaya aumentando su valor con el tiempo. Desde hace un año que paramos el proyecto y dejamos de coleccionar. Ahora enfoca su tiempo al basketball y al High School.
Mi hijo ha aprendido a negociar, a valorar, a investigar, a vender. Ha aprendido el concepto del mercado de valores y como el valor de las cosas puede variar a lo largo del tiempo. El aprendizaje a valido mucho la pena pero, ¿les confieso algo? Tengo memorias imborrables del tiempo que he pasado con mi hijo construyendo esta colección. Y él las tiene también. Memorias que han creado un «bonding» especial que a mi como padre me viene de perlas en estos años de adolescencia en donde sabemos que las relaciones con los hijos pueden tensarse. El apalancamiento que tengo con él es sólido y nos permite seguir disfrutando de una relación cercana a pesar de los baches de la adolescencia.
El tiempo de calidad y las emociones que generan, son el apalancamiento que todo padre necesita tener con su hijo cuando es tiempo de educar. Esas memorias mantendrán el cariño y la confianza para que un hijo pueda escuchar a un padre cuando este le corrija o le niegue algo por su propio bien. Sin ese apalancamiento, ser padre se vuelve una tarea muy difícil, sobre todo durante la adolescencia.
OJO: hay que compartir tiempo de calidad desde la perspectiva del hijo no del padre.
Independientemente de la actividad que elijan, hay que verlo y vivirlo desde su perspectiva y entregarse a la actividad al igual que ellos. Disfrutar de verdad, ser niños con ellos y pasarlo en grande. Así, no sólo crearás momentos especiales para ellos, lo serán también
Independientemente de la actividad que elijan, hay que verlo y vivirlo desde su perspectiva y entregarse a la actividad al igual que lo hacen ellos. Disfrutar de verdad, ser niños y pasarlo en grande. Así, no sólo crearás momentos especiales para tus hijos, lo serán también para ti.
Por supuesto Pokemon Go estuvo siempre prohibido y fuera del trato ya que contradice el objetivo principal de todo esto. Pokemon Go es una app que busca conectar a nuestros hijos a una pantalla y desconectarlos del mundo, que es la triste escena que veo cada vez que entro a un restaurante y veo a los niños (y a los adultos) “enchufados a una pantalla” pero eso ya es tema de otro artículo.
Por lo pronto, yo aprendí una gran lección. No siempre el NO es el camino. No siempre la perspectiva del padre es la más adecuada. Al cambiar mi perspectiva y al darme la oportunidad de analizar la situación desde su posición, pude ver una oportunidad que me abrió las puertas a decenas de horas valiosísimas para mi y que guardaré con el mayor de los cariños dentro de mis recuerdos. Gracias hijo por la lección, gracias Pokemon por servir de vehículo en este fantástico experimento.
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Un abrazo
Franco Soldi
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